En medio de una pandemia causada por un virus que se transmite por vía aérea, los trabajadores de la salud oral se enfrentan a nuevos retos para garantizar el ejercicio de su profesión.
Los trabajadores de la salud oral están todos los días en contacto con la principal fuente de contagio de la COVID-19: los aerosoles que expelemos al respirar. Es por eso que, desde mediados de marzo, odontólogos, auxiliares de odontología y laboratoristas dejaron de trabajar como venían haciéndolo. Esto ha traído consecuencias económicas devastadoras para ellos. Según César Tobar, presidente del Colegio Odontológico “de 60.000 odontólogos que hay en el país, aproximadamente el 50 % trabajan como independientes”.
Aunque algunos procedimientos odontológicos son considerados urgencias médicas y, en teoría, son atendidas desde el inicio de la cuarentena, muchos odontólogos se abstuvieron de trabajar. ¿La razón? No existían protocolos de bioseguridad emitidos por el Ministerio de Salud, lo que podría acarrearles serios problemas legales en caso de que en su consultorio ocurriera un contagio.
Fue solo desde el 12 de mayo —47 días después del inicio del aislamiento preventivo— cuando esta entidad emitió el documento donde se hacen oficiales los lineamientos de bioseguridad para la prestación de servicios de salud oral durante la pandemia por COVID-19.
Ahora que los odontólogos y auxiliares tienen claros los protocolos que deben seguir durante la contingencia, podrán ejercer con mayor tranquilidad; pero estos protocolos también significan nuevos retos que implican cambios significativos en la forma de trabajar.
“Los protocolos están estructurados a partir de la información que tenemos en este momento en el mundo. Es decir, tienen información científica y de literatura, teniendo en cuenta que este es un virus nuevo y que estamos aprendiendo de él”, asegura Tobar.
Elementos de bioseguridad
Aunque Tobar también admite que los desafíos a los que se enfrentan los odontólogos son bastantes e implican muchos cambios en el ejercicio de su profesión. El primero de ellos tiene que ver con los gastos en elementos de bioseguridad.
Antes los odontólogos atendían a sus pacientes con una bata antifluido, tapabocas quirúrgico, visor facial, gorro y guantes. Pero las nuevas medidas les exigen ahora utilizar, además de las medidas anteriores, un overol tipo A35 o bata antifluido con cuello alto, monogafas, dobles guantes y cambiar el tapabocas tradicional por uno tipo N95 o ffp2. Lo que representa un aumento exponencial del dinero que antes se invertía en estos materiales.
Lo explica bien la odontóloga especialista en endodoncia Marcela Alarcón, quien atiende a sus pacientes en su consultorio particular: “Si antes de la pandemia gastaba al mes $1’000.000 en elementos de bioseguridad ahora gasto, por lo menos, el doble”.
Sobre esto el presidente del Colegio Odontológico afirma que, con la Federación Colombiana de Odontólogos, enviaron una carta al Ministerio de Salud. En ella le piden al ministro Fernando Ruiz que evalúe junto con el Ministerio de Industria y Comercio la posibilidad de retirar o reducir los aranceles de importación e IVA de los materiales, insumos, instrumental y equipos odontológicos que son necesarios para su práctica profesional. Con el fin de aliviar de alguna manera los altos costos a los que se está enfrentando este gremio a causa de la implementación de los nuevos protocolos.
Y aquí Tobar denuncia que “los costos de los implementos de bioseguridad han aumentado de manera desproporcionada. Hay personas inescrupulosas que están lucrándose. Antes una caja de tapabocas se conseguía máximo en $12.000, hoy puede costar hasta $60.000”.
En esto coinciden todos los odontólogos entrevistados por este medio: es urgente controlar los precios en los elementos de bioseguridad, porque se han elevado hasta un 1.000 %.
Tiempos y cantidad de pacientes
Los tiempos de atención de los pacientes también cambiaron. Antes los odontólogos recibían entre seis y ocho pacientes al día, hoy máximo reciben tres. “Esto implica que ingrese menos dinero a los consultorios, pero las jornadas laborales tienen la misma duración. Ahora nos demoramos más entre paciente y paciente”, afirma Alarcón.
Según los nuevos protocolos, hay que hacer desinfecciones más profundas sobre todas las superficies del consultorio, incluidos elementos como paredes, televisores y teclados donde podría estar el virus.
“Aunque estos protocolos de limpieza ya se hacían antes de la pandemia, ahora se intensificaron y se deben realizar cada vez que se termina de atender a un paciente. Eso se demora más o menos una hora”, explica la endodoncista. Esto implica que se triplicó el tiempo de limpieza y, por supuesto, también el esfuerzo que implican.
Tobar afirma que los protocolos son “el requisito mínimo que deben cumplir los trabajadores de la salud oral”, Pero algunos odontólogos han optado por medidas más drásticas.
Tal es el caso del odontólogo Andersson Urueña, quien desde que empezó la contingencia ha invertido cerca de $3’000.000 en modificaciones de su clínica odontológica y elementos de bioseguridad. Una cabina de desinfección con amonio, una máscara antigás y una cápsula de acrílico son algunas de las nuevas adquisiciones de este odontólogo. “Mi intención es reducir al máximo el riesgo posible de contagio en mi consultorio”, afirma Urueña.
Trabajar a cuatro manos
Aunque muchos de los odontólogos que trabajan de manera particular lo hacen en compañía de un auxiliar de odontología, hay algunos que prefieren trabajar solos.
Ahora que estamos en medio de la pandemia y según el presidente del Colegio Odontológico y los nuevos protocolos de bioseguridad, lo más recomendable es que los pacientes sean atendidos a cuatro manos.
“De esta forma se garantiza que el odontólogo se mueva lo menos posible y esto es importante, porque cuanto más se desplace, más posibilidad hay de que contamine superficies e implementos”, explica Tobar. Pero esto implicaría un gasto adicional para aquellos odontólogos independientes que trabajan solos. Es decir, otro golpe al bolsillo.
A pesar de la sugerencia del Ministerio de Salud en sus protocolos, la compañía de un auxiliar no es obligatoria. Así lo recordó María Fernanda Atuesta, presidenta de la Federación Odontológica Colombiana, este 29 de mayo, a través de una reunión que dio por videoconferencia.
Otras medidas
En el documento que publicó el Ministerio de Salud con los protocolos también se plantea realizar un cuestionario por vía telefónica a los pacientes antes de realizar cualquier procedimiento.
Además, los trabajadores de la salud oral deben tener en su esquema de vacunación la vacuna contra la influenza. Medida que no era requerida antes de la pandemia.
De estos protocolos hubo dos versiones: en la primera los odontólogos mayores de sesenta años debían mantenerse en aislamiento preventivo obligatorio y no podían ejercer su profesión por ser considerados población de riesgo. “Aunque no tenemos la cifra exacta, estimamos que alrededor del 10 % de los odontólogos supera esta edad, lo que representa un número significativo de personas que no podrían trabajar”, cuenta Tobar.
Por tal razón, los protocolos fueron modificados unos días después y la edad de los odontólogos y auxiliares que deben mantener el aislamiento aumentó a setenta años. Adicionalmente, los protocolos indican que mujeres gestantes o personas que presenten condiciones de salud de riesgo deben abstenerse de realizar trabajos odontológicos.
Hoy, los trabajadores de la salud oral solo pueden atender urgencias y citas prioritarias, y se siente la incertidumbre de cuándo podrán empezar a trabajar como lo venían haciendo. Además, hay cierta desazón por la forma en que ha actuado el Gobierno con este gremio: “Nos hemos sentido abandonados por el Estado. Desde la demora en publicar los lineamientos hasta la falta de ayudas económicas. Nosotros también somos trabajadores de la salud y nuestra labor es necesaria para garantizar el bienestar de los colombianos”, afirma Urueña.